LA AGRESIVIDAD INFANTIL EN EL ÁMBITO FAMILIAR



Agresividad; conducta dirigida a una persona o a un objeto, cuyo objetivo es provocar daño físico o psíquico de una forma intencionada. La agresividad se puede presentar de forma directa (a nivel físico o a nivel verbal), de forma indirecta (cuando se agreden los objetos pertenecientes a la persona que genera el conflicto), y de forma contenida (mediante expresiones faciales)

Las conductas agresivas son habituales en la infancia. Sin embargo puede surgir un problema importante cuando asistimos a una incapacidad permanente para controlarlas. Dicha situación puede dar lugar a niños que son rechazados por sus iguales, que crean malestar en sus profesores y familiares, hechos que a su vez fomentan un incremento de la frustración, y de no actuar observaremos una escalada de la conducta agresiva.

Cuando un niño reacciona agresivamente, es probable que esté respondiendo a determinado conflicto. Dicho conflicto puede haberse originado en la relación social con otros niños, o en la relación diaria con los adultos. Independientemente del origen del conflicto, éste provoca en el niño cierta frustración que inmediatamente le lleva a reaccionar. Según la teoría del Aprendizaje social, la manera en que el niño reaccione ante estas situaciones, dependerá de las experiencias previas vividas. El niño ha podido aprender a reaccionar de ese modo mediante lo que denominamos “modelamiento” ( imitación de otros adultos o de otros niños). Así pues, los niños están sometidos a un proceso de modelamiento durante su etapa de aprendizaje, el cual, no sólo le informa sobre reacciones más o menos agresivas, sino de las consecuencias de dichas conductas. Si el niño observa reiteradamente que con la conducta agresiva el adulto o el niño al que imita, consigue sus objetivos, entenderá que es una buena forma de proceder. ¿Cuántas veces hemos gritado al niño para pedirle de una vez por todas que deje de gritar?

¿Qué factores pueden contribuir a desarrollar una conducta agresiva?

Existen varios factores que influyen en el desarrollo de este tipo de conductas. Sin embargo uno de las mas importantes es el factor sociocultural. En una época en la que cada vez poseemos mas información acerca de nuestros derechos, asistimos a un incremento de las conductas agresivas en niños y adolescentes. Quizá venimos de una generación tan ocupada en defender los derechos tanto tiempo olvidados, que nos estamos olvidando de educar en el respeto de los derechos de los demás.

Uno de los elementos del ámbito sociocultural del niño más influyente es la familia. En este sentido se ha comprobado la incidencia del tipo de disciplina ejercida por los padres en la conducta agresiva de los niños. Se puede afirmar, que tanto la poca exigencia como un estilo autoritario en exceso, fomentan la conducta agresiva en niños y adolescentes.

Llegados a este punto, podemos concluir que la conducta agresiva es una conducta aprendida, y por tanto, susceptible de ser modificada. En consecuencia, cuando nos enfrentamos a una conducta agresiva de este tipo, el primer paso es realizar un análisis funcional de la conducta: en qué situaciones se da, qué antecedentes tiene, y qué consecuencias positivas obtiene el niño llevándola a cabo (¿qué es lo que consigue y por tanto ayuda a que se mantenga?). Una vez comprendido el mecanismo por el cual se ha aprendido dicha forma de actuar, ésta debe ser desaprendida modificando las consecuencias que obtiene con la misma. Por último, es fundamental enseñar al niño una conducta más adaptativa que sustituya la anterior.

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