EL EFECTO TERAPÉUTICO DE LOS CUENTOS





Érase una vez...”

¿Quién no conoce lo que continúa tras esta pequeña introducción? ¿Qué emociones evoca en cada uno de nosotros?

Sin lugar a dudas, cada persona accederá a unos recuerdos específicos marcados por su experiencia personal. Sin embargo, es muy probable, que esta frase nos traslade a momentos positivos vividos en nuestra infancia, aunque los matices de cada uno de estos recuerdos sean bien distintos en unas personas y en otras.

¿Son los cuentos un mero instrumento de entretenimiento, que ayuda a conciliar el sueño de los más pequeños, o guardan estas historias en sus entrañas un valor mucho más educativo, e incluso terapéutico?

Históricamente, el hombre, ha utilizado la tradición oral para transmitir a las futuras generaciones sentimientos y emociones universales. Los cuentos y leyendas han sido un medio de transmisión de valores utilizado en todas las culturas. De hecho, ya en la Edad Media, los animales se convertían en los protagonistas de “fábulas”, momento en el que probablemente “los cuentos” comienzan su largo camino hasta nuestros días.

El hecho de que este instrumento haya permanecido en nuestro uso a lo largo de la Historia, nos confirma efectivamente que su valor va mucho mas allá de un entretenimiento para grandes y pequeños.

¿Qué efectos beneficiosos aporta la fantasía de los cuentos?

  • El niño desarrolla la imaginación y la fantasía.
  • Permite que se identifique con personajes que se sienten y actúan como él.
  • Aprende a afrontar situaciones de maneras diferentes.
  • Conoce la diferencia entre la realidad y la fantasía.
  • Los cuentos dan forma a los miedos o angustias infantiles, ayudándoles a expresar sentimientos y a identificarlos.
  • Permite visualizar finales felices en situaciones problemáticas cotidianas.
  • Ayudan a que el niño comprenda ciertas realidades mediante un lenguaje adaptado a su nivel cognitivo.
  • Permiten la comprensión de conceptos abstractos.


¿Cómo podemos potenciar la función terapéutica de los cuentos?

  1. Buscar un cuento cuyo tema central esté relacionado con la dificultad que presente el niño.
  2. Elegir un personaje con ciertas características acordes al niño, para potenciar una mayor identificación con el mismo.
  3. Ofrecer el mayor número de detalles que ayuden a comprender al niño, cómo se siente el protagonista para que pueda empatizar con sus sentimientos.
  4. Resolver la situación-problema del cuento de una manera sana y positiva, de modo que se convierta en una herramienta para el niño.
  5. Utilizar un lenguaje comprensivo para el niño.
  6. Acompañarlo de algunas imágenes que ayuden al niño a concretar los conceptos y situaciones, a la vez que fomentamos su propia imaginación.
¿Te atreves a inventar tus propios cuentos para tu hijo?

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