"Conecta y redirige" Técnica para gestionar rabietas y crisis

 


Tienes que hacer la compra y no tienes otro momento para hacerla. Es viernes por la tarde a la salida del colegio. Entiendes que no es el mejor de los planes para tu hijo e intuyes que tu peque te lo hará saber por sus propios medios, pero no puedes evitar el contexto aun siendo muy consciente de que va a suponer meteros "en la boca del lobo".


Vuelves de casa agotado de todo el día de trabajo. Además esta noche no has descansado. Sabes que a tu hijo adolescente le han expulsado de clase por mal comportamiento. Acabas de recibir una llamada del colegio. Cuando estás a punto de entrar en casa respiras profundamente porque sabes que te enfrentas a un momento complejo que no estás seguro de saber gestionar.

¿Te sitúas?

Ambas son situaciones en las que cualquiera de nosotros tendríamos todas las papeletas para perder los nervios y los papeles con nuestros hijos. Es muy probable que desde la frustración y la impotencia, nos viésemos inmersos en una espiral de gritos, castigos, malas palabras... en la que una vez te metes, sólo puedes salir cuando alguien externo te saca.

Y después...

Culpa, tristeza, agotamiento, angustia...





Nuestro primer impulso en una situación parecida a las propuestas, suele ser hablar a nuestro hijo desde la razón. Nuestro hemisferio izquierdo comienza a elaborar toda una serie de argumentos por lo que intentamos convencerle de que no está actuando correctamente. Lo más probable en este momento es que ni siquiera nos esté escuchando, por lo que la frustración y la impotencia no deja de escalar en nuestro interior, cociendo la olla a una gran presión.



Pero entonces... ¿Cómo puedo frenar esta montaña rusa en la que acabamos de subirnos sin haber comprado billete?

En primer lugar debes ser consciente de que tu hijo no podrá activar la parte del cerebro responsable del razonamiento, hasta que sus necesidades emocionales (activas en el hemisferio derecho), estén cubiertas. ¿Qué necesitarías tu cuando llegas a casa tras un día de trabajo complicado, en el que por cometer un error, te han apartado del proyecto en el que estabas trabajando? ¿Sería este un buen momento para recordarte el gran fallo que has cometido y lo mal que has hecho las cosas?

Mientras piensas en tu repuesta, te animo, porque hay esperanza. 
Si cambias la manera en que haces las cosas, obtendrás resultados diferentes. 
Aunque recuerda que para ello, debes ser constante.


Primero debes conectar con la parte más emocional de tu hijo. Sal por un momento de tu malestar e imagina cómo se debe sentir tu hijo en ese momento. Aunque no lo demuestre, aunque no sepa ponerlo en palabras, hazlo tú por él. Crea un clima de confianza, y dale tiempo para que se calme acompañándolo sin hablar. Puedes darle la mano, o simplemente estar...


Una vez ambos estéis calmados, es el momento de redirigir la situación pasando a hablar de lo que ha pasado. Aquí debes escuchar, no hablar, escucha sin juzgar, ya tendrás tiempo de explicarle cómo te sientes tú al respecto. Este es el momento de activar la lógica y el razonamiento, buscando soluciones, sugiriendo alternativas y ofreciéndole herramientas para gestionar la situación de forma distinta en la próxima ocasión. Ahora si, estarás activando su hemisferio derecho.



Recuerda que el mayor trabajo lo debes realizar tú. Debes regularte tú, antes de pedir a tu hijo que se regule. No puedes calmar a nadie si no es desde tu propia calma.














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