Enmarcar los momentos


¿Te has parado a pensar cuáles son los objetos, imágenes, acontecimientos… que elegirías para enmarcar y colgar en una pared? Quizá esta pregunta te lleve a recorrer la historia de aquellos momentos importantes a los que tradicionalmente se han puesto un marco en tu familia. Lo cierto es que las tradiciones familiares tienen mucho que ver con las conductas que desarrollamos creyéndonos completamente libres de patrones. Esas primeras experiencias que absorbemos en nuestra infancia, también en cuanto a este tipo de costumbres, dibujan nuestros deseos como un pincel entrelaza un boceto que ha de ser después pintado. Elegiremos sus colores en cuanto al “qué” postulamos para envolver en un marco, decidiremos qué momentos han de ser enmarcados, cuáles no deberían ser olvidados... En una era en la que presenciamos los acontecimientos tras una pantalla, se hace más evidente que nunca nuestro miedo al olvido. Esa necesidad de atrapar el tiempo y de que los momentos no se nos escapen entre los dedos, refuerza la costumbre de vivirlos tras la pantalla para después poder reproducirlos. Lo cierto es que resulta contradictorio que habiéndonos convertido en una sociedad que vive inmersa entre multitud de miedos al futuro, invirtamos todo nuestro tiempo en enmarcar nuestro pasado olvidándonos una vez más de aquello que tenemos presente, ahí delante, tras la cámara, y que él único “marco” que requiere es el de nuestra atención.


 

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