El miedo.


Miedo: emoción caracterizada por una sensación desagradable que nos alerta de un peligro o de una amenaza.
A nivel biológico, el miedo surge como una respuesta adaptativa a nuestro entorno. Nos permite reaccionar ante peligros reales.
A nivel neurológico, supone la activación de una parte de nuestro cerebro.
A nivel psicológico es un estado emocional que en sus manifestaciones mas extremas, provoca angustia.
El mecanismo del miedo funciona de la siguiente manera: Un estímulo determinado, el estímulo temido, genera una serie de pensamientos en nuestro nivel cognitivo. Estos pensamientos, provocan un estado emocional de alerta, que da lugar a una respuesta fisiológica que nos hace reaccionar ante dicho estímulo. Por tanto, entran en juego tres niveles importantes: nivel cognitivo, nivel emocional y nivel fisiológico. La clave por tanto, estaría en dominar el primer nivel, el cognitivo, para evitar la escalada del miedo en los dos niveles siguientes.
El miedo, es por tanto, adaptativo cuando su aparición responde a la presencia de un peligro real.
Sin embargo, la mayoría de los miedos con los que convivimos, surgen ante la percepción de una amenaza, que en la mayoría de las ocasiones no es real.
El miedo es una emoción que afecta tanto a niños como a adultos. El origen de estos miedos suele estar en la infancia, por lo que es en esta etapa cuando debemos aprender a enfrentarlos. Están presentes en la evolución normal de todos los niños, y sólo se vencen cuando uno se enfrenta a ellos. La evitación fomentará su intensidad.
Existen una serie de miedos típicos en todos los niños, que denominamos miedos evolutivos:
• En los bebés, a partir de los seis meses, aparece el miedo a los desconocidos. A esta edad los bebés son capaces de diferenciar los rostros de las personas.
• Durante el primer año, suelen a parecer los miedos ante estímulos desconocidos: ruidos fuertes, sonidos desconocidos...
• Durante los seis primeros años, son habituales los miedos a animales, la oscuridad, seres fantásticos...
• A los seis años aparece el miedo a los daños físicos. Los niños son capaces de anticipar las consecuencias de sus movimientos.
• A partir de la adolescencia predominan los miedos relacionados con la autoestima y las relaciones personales.
Estamos programados para sentir miedo, puesto que se trata de una emoción que nos alerta de la presencia de un peligro y ha permitido a nuestra especie la adaptación al medio. Sin embargo, existe el riesgo de que estos miedos se estanquen durante la infancia y que incluso se generalicen, provocando una forma patológica de miedo: las fobias.
Por este motivo, la disposición y la actitud del adulto ante estos miedos evolutivos, y por tanto normales, determinará la forma de enfrentar situaciones temidas del futuro adulto. Dicha actitud, puede hacer que el niño logre superarlos, o por el contrario, que estos se vuelvan crónicos.
¿Cómo se mantienen los miedos?
Algunos padres, con la intención de evitar el sufrimiento del niño, en lugar de dotar a éste de estrategias que le ayuden a superar el temor, fomentan la evitación del mismo, contribuyendo sin ser conscientes de ello, a que éste se fortalezca aún mas.
Las fobias son miedos desproporcionados e irracionales, que impiden el desarrollo normal de la vida cotidiana del niño. Podríamos decir que es la forma patológica que adquiere la emoción del miedo cuando éste no ha sido superado con efectividad.

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