ATAR LA INCERTIDUMRE
Paseando por París…
encontré una de las imágenes más representativas del aquel lugar
que me llevó a reflexionar durante varios días.
De hecho, saqué varias fotos, para que me ayudaran a captar y materializar
sensación que tuve en ese preciso instante.
Pues bien, ante esta imagen que quizá represente
el “amor romántico” a ojos de quien mira…
Yo sentí cierto malestar que me llevó a una gran curiosidad por analizar.
Y... cuando me pasan estas cosas,
me gusta hacerme con una imagen del momento
para poder profundizar en ello en días posteriores.
En las sesiones de terapia en las que trabajo con mis jóvenes pacientes,
observo un denominador común que suele ser independiente a la base del problema.
Ese sentimiento colectivo...
esa angustia común...
ese desencadenante del desequilibrio…
suele esconder un miedo y muchas veces desesperanza
ante la sombra de “LA INCERTIDUMBRE”.
En un mundo cada vez más variable
en el que lo que hoy conocemos
mañana puede convertirse en obsoleto,
nuestra mente se aferra a la necesidad de control.
Trabajo fijo...
Estabilidad económica...
Relaciones que siempre naden en el mar de la calma…
CONTROL, PREDICCIÓN, COMPROBACIÓN...
La realidad es que la incertidumbre se dibuja
en cada paso que damos…
en cada una de las decisiones que tomamos…
en cada uno de los atardeceres que observamos…
haciéndonos temblar al dar por hecho que lo tenemos TODO ATADO.
Los candados, representan esa necesitad de lo atado…
ese cordón siempre bien enlazado…
esa necesidad de poner límite a lo desdibujado…
Pero…
¿No está precisamente en esa necesidad la base de nuestro padecimiento?
Quizá la clave es aceptar la incertidumbre como antídoto al sufrimiento…
Entender la planificación como si fuera faro,
cuyo rumbo ha de poder ser modificado…
Y… en esa capacidad de ser flexible
en esa habilidad de no dar nada por sentado…
respira la serenidad que te permitirá controlar
EN LA INEVITABLE INCERTIDUMBRE
sólo aquello que está en tu mano.
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