Duelo ante el diagnóstico de un hijo

 




Lleváis tiempo intuyendo que algo no va bien. Quizá no sabías explicarlo con exactitud, pero a cada paso que tu hijo daba en su desarrollo, intuías que algo estaba pasando. Puede ser que intentaras convencerte de que era normal, de que aquello pasaría, o lo que muchas veces nos repetimos para apagar la molesta luz de la angustia... que era "cuestión de madurez".

O tal vez...

Quizá para tí haya sido una sorpresa, algo que no has visto venir, que ha encendido todas tus alarmas cuando te han llamado del colegio, y sin esperarlo, sin siquiera presentirlo... te has encontrado ante un espejo en el que jamás te hubieras querido mirar, un balcón por el que sin duda, nunca hubieras elegido asomar y un camino por el que nadie te explica cómo transitar.


Y así, de cualquiera de las formas, por el camino más esperado o el más inesperado... llega una realidad que se nubla bajo las letras de un diagnóstico cuyo significado no conoces, pero te abre las puertas a otro tipo de maternidad, otro escaparate de la paternidad, con la que nunca habías contado y de la que nadie te había hablado con total sinceridad. 

Lo creas o no, en el momento en el que te encuentres, te confieso que es una maternidad o paternidad igual de maravillosa y apasionante que la que tu mente había imaginado,  aunque seguramente supondrá un reto algo mayor.


 Pues bien, una vez tenéis el DIAGNÓSTICO... ¿Qué ocurre?


Es probable que si tu caso, es el primero, tras haber "revuelto Roma con Santiago" para que alguien te escuche, sientas cierto alivio y pienses que por fin, has encontrado respuesta a tus preguntas. Y la realidad es que SI, que todas esas noches sin dormir culpándote por...

lo que se supone que debías hacer y no haces...

o lo que no debías hacer y estabas haciendo...

terminan por dibujar el motivo por el que las cosas no estaban funcionando.

Y ahora que ya guardas el motivo y la causa en tu bolsillo, te encuentras en el principio del camino, la primera parada del tren de tu nueva maternidad o paternidad, aunque... seamos honestos... para cuando te has montado seguramente sientes que te han arrollado 4 autobuses previamente.


Una vez en este lugar, escúchame...

Calma, respira porque el tren en el que acabas de montar es el adecuado, lleva su ritmo (a veces rápido, a veces lento) y pasará por varias paradas cuyas características te voy a explicar. Nadie te ha cogido de la mano y te ha explicado lo que ahora te voy a contar...

Dame la mano, agárrala fuerte, que te acompaño porque yo también he estado en tu lugar.


La primera parada pasa por entender que nos enfrentamos a un DUELO. 


Y aquí te preguntarás... ¿UN DUELO? Pero si yo no he perdido a mi hijo... Tienes razón no has perdido a tu hijo, de hecho te diré que lo acabas de ganar, porque juntos vais a construir un camino por el que verdaderamente él pueda transitar. El duelo que debes atravesar es por esa maternidad o paternidad que habías idealizado, y que sin duda será distinta a la que vivirás.

Cualquier pérdida, del tipo que sea, nos lleva a atravesar un duelo con todas sus fases. Y te cuento las paradas por las que vamos a viajar... Déjame que te diga antes de comenzar, que todas son importantes y gracias a ellas llegarás a la última parada que te permitirá comenzar el apasionante viaje de encontrar tu propia maternidad o paternidad.


Fases del duelo ante el diagnóstico de un hijo:


Parada nº 1: NEGACIÓN

"El médico se equivocó en el diagnóstico"

En esta primera fase, es frecuente negar el diagnóstico. Detrás se esconde el miedo, el temor ante ese diagnóstico al que uno se enfrenta con muy poca información. 

¿Qué puedo hacer? Mi recomendación para evitar permanecer excesivo tiempo en esta estación, es que aprendas sobre el trastorno de tu hijo. Pregunta al médico todas tus dudas, lee, busca información, y empieza a hacer esos miedos más pequeños con información. Poco a poco te convertirás en especialista del trastorno de tu hijo.


Parada nº 2: IRA/ENOJO

"¿Por qué a mí?"

Una vez te has asegurado que no es posible negar el diagnóstico, es probable que entres en una fase de enfado. ¿Con quién? Con todo lo que tenga que ver con la situación. Enfado con el médico porque no es lo suficientemente bueno, enfado con tu familia porque no terminan de entenderlo... Enfado con tu pareja porque no lo entiende a tu mismo ritmo, o quizá la culpes de lo que ocurre.

Lo que puedes hacer en esta etapa, es canalizar ese enfado buscando información sobre cual es el mejor tratamiento a seguir.

Parada nº3: NEGOCIACIÓN

"No es culpa mía, y tampoco tuya"

En esta fase, se da cierto paso a la calma. Llegas a un acuerdo con el trastorno y entiendes que no es un castigo por algo que hayáis podido hacer mal. 

Te recomiendo que hables mucho con tu pareja, que os apoyéis y comencéis a construir un mismo barco en el que comenzaréis a navegar. Es momento de elaborar la ruta de viaje y tomar decisiones en cuanto a tratamiento y la forma de canalizar la situación. Entiende que vuestros ritmos a la hora de atravesar las fases pueden ser diferentes.


Parada nº4: DEPRESIÓN

Tras la adrenalina inicial, y esa montaña rusa en la que has vivido los últimos meses, llega el impacto del diagnóstico a nivel físico, emocional, psicológico y social. Sentirás las frustración ante las expectativas que tenías acerca de tu maternidad o paternidad, que se mezclará con el miedo ante la incertidumbre del cómo será.

Esta fase, la debes atravesar, pero recuerda, que los dias buenos y los días malos fluctuarán, pero a medida que te conviertas en experta o experto de lo que tu hijo necesita, los días buenos aumentarán.


Parada nº 5: ACEPTACIÓN

En esta última parada, te sentirás preparado para aceptar el trastorno como una parte más de vuestra vida. Una realidad con la que debéis convivir. Y recuerda... Aceptación no es resignación, es comprender que tu maternidad o paternidad es diferente a la que tú habías imaginado, pero a través de ella legarás a SER MEJOR.









Comentarios

Entradas populares