Nuestro hijo ha recibido un diagnóstico; ¿Qué pasa con nuestra pareja?

 



La llegada de un hijo a una pareja, supone una revolución en todos los aspectos, que sin duda, pondrá a prueba su solidez, en múltiples aspectos. La capacidad de adaptación a los cambios que la paternidad y la maternidad suponen, va a ser la determinante para una adecuada transición de un "tu y yo" a un "nosotros".



Si la llegada de un hijo, supone un reto para el funcionamiento de una pareja, cuando éste tiene, por el motivo que sea, alguna característica que lo haga más vulnerable y susceptible de una mayor dedicación, el reto es aún mayor. Con la llegada de los niños, las prioridades individuales y de pareja se modifican sustancialmente, y es habitual que, en casi la mayoría de los casos, la mirada se centre en los hijos. Si bien es cierto, que es necesario un periodo de adaptación que cada miembro de la pareja irá atravesando a su ritmo, cuidar ciertos aspectos puede marcar la diferencia en muchos sentidos.



Si has viajado en avión, sabrás que la recomendación de seguridad que propone la tripulación, pasa por ponerte tu en primer lugar la mascarilla, antes de ponérsela a tus hijos. Quizá tu reacción automática sería la contraria desde ese instinto de protección que como padres nos nace. Sin embargo, sabemos que un pensamiento más racional y menos automático, nos llevaría a entender que nuestros hijos no pueden salvarse a sí mismos, nos necesitan bien, para poder ayudarlos.

En la pareja, ocurre lo mismo, la situación ideal para nuestros hijos, es que cuidando la pareja, podamos crear un buen equipo para asegurar su bienestar dentro de la familia.

Por todo lo anterior, es importante recordar que nuestra "mascarilla" en el avión de la maternidad o paternidad, debe incluir ciertas recomendaciones.




  • Escucharos: En ocasiones cuando estamos inmersos en una discusión, estamos mas centrados en lo que vamos a contestar que en escuchar activamente. Escucha, y trata de ponerte en el lugar del otro.
  • Organizar la rutina y hábitos entre los dos: No improviséis. Cread estructura, porque esta, no solo ayudará al niño, también os permitirá descargar y liberar tiempo para vosotros.
  • Establecer reglas: Acordadlas entre los dos. Si estáis de acuerdo en cómo criar a vuestro hijo, tenga o no un diagnóstico, evitará conflictos.
  • Cuidar la comunicación: Es frecuente que únicamente nos centremos en las necesidades de los niños. Mirad también las necesidades de cada uno de vosotros por separado y en pareja.
  • Compartir la carga: Es importante que las responsabilidades queden compartidas. Los dos debéis implicaros en todo lo que el diagnóstico supone: reuniones, terapia, visitas médicas...








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